Los
hindúes piensan que dentro de nosotros hay una parte divina. Cuando leí esto
descubrí porque me gusta escribir. Cuando escribo es como si una parte de mi
más madura, responsable, inteligente…reluciera dentro de mí analizando
críticamente lo que hago o dejo de hacer. Cuando descubres esa parte de ti te
descubres a ti misma, descubres tus verdaderas virtudes y defectos. Empiezas a
madurar a partir de ese camino. En mi caso a partir de las letras. Por eso
mismo supongo que no hay mucho sentido en querernos separar. Comenzamos el
camino juntas, al principio con pequeños juegos de palabras y poemas demasiado
profundos para una niña pequeña pero aflorando en mi unos sentimientos que
desconocía. Más tare comenzamos a crecer con tantos tropiezos en el camino y personas
que se iban pero siempre estaban ellas para ayudarme a desahogar. Reluciendo
dentro de mí como las estrellas en una noche oscura pero tan difícil de
atrapar, haciendo tanto daño como una daga afilada, tan reconfortante como el
mejor de los colchones. Imagino que a partir de ese momento las letras y yo
empezamos a hacernos inseparables ya era mi recurso para todo. Antes de darnos
cuenta comenzamos a madurar. Mis heridas me habían hecho más fuerte además de
algo sabía y las letras queriendo presumir de ello a través de texto cada vez
más complejos y leyendo cosas sobre sentimientos dificultosos. Sin hacernos una
idea de los que no quedaba por aprender. En este punto estoy ahora
preguntándome como hacer realidad un sueño que empezó antes de lo que creía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario